Factores para una digitalización exitosa

Factores para una digitalización exitosa

La introducción de tecnologías en las empresas persigue, entre otros objetivos, la mejora de la productividad. Esta lógica también se aplica naturalmente a las tecnologías digitales. Existen varios puntos de vista a este respecto, pero la fuerte introducción de tecnologías digitales en la segunda mitad de la década del 90 provocó un incremento de la productividad en las economías desarrolladas hasta mitades de la década del 2000.  

Como sugiere parte de la literatura, el incremento agregado en la productividad de las empresas debería verse reflejado en el incremento de la productividad de las economías en general. Sin embargo, las estadísticas sobre productividad para varios períodos históricos recientes (ver ficha 13), sugieren que la introducción de tecnologías digitales no ha generado los incrementos esperados a nivel agregado, es decir, no se ha logrado un aprovechamiento pleno de sus posibilidades resultando en incrementos de productividad por debajo a lo esperado. 

Este fenómeno ha generado mucho interés y derivado en investigaciones para dilucidar qué mecanismos son los que provocan, en un contexto de baja en los costos e inversión sostenida en tecnologías digitales, que la productividad no aumente.  

Algunos estudios (Brynjolfsson 2014; Burdin 2021) han observado en forma empírica que, para lograr mejoras significativas en la productividad, es necesario que se invierta simultáneamente en factores complementarios relevantes para el proceso de transformación digital. Los factores complementarios son aquellos que, cuando se invierte en uno, impacta relativamente en el valor del otro. Por ejemplo, la inversión en competencias digitales mejora el valor de la inversión en tecnología. 

Estos factores incluyen, naturalmente, (i) a la inversión en tecnología; dado que es fundamental contar con una infraestructura digital que permita disponer de las tecnologías digitales. Sin embargo, es igual de relevante identificar otras variables necesarias para potenciar el proceso como: (ii) innovación en procesos y prácticas gerenciales y (iii) la formación en competencias de trabajadores de todos los niveles ya que será necesario operar las nuevas tecnologías en el marco de las innovaciones organizacionales introducidas.  

Es evidente que, en simultáneo a la adopción de una nueva tecnología, deben existir un conjunto de prácticas orientadas al cambio que acompañen el proceso de digitalización y faciliten tanto su adopción como la optimización en su uso. Será clave entonces la capacidad de mandos altos para visualizar e implementar innovaciones en la forma de trabajar. 

Esta complementariedad también se observa en la distribución desigual del aprovechamiento de la digitalización entre las organizaciones: aquellas empresas con una fuerza laboral más calificada y mejores competencias organizacionales aprovechan en mejor medida el potencial productivo de la digitalización, beneficiándose por los retornos capturados en el proceso (OECD 2019). 

Desde la perspectiva de la formación profesional se abren dos desafíos, (i) asistir en la transformación digital de las empresas y (ii) transformarse digitalmente a sí mismas.  

En relación al primero, las Instituciones de Formación Profesional (IFP) tendrán la capacidad de desarrollar competencias digitales y competencias para la economía digital en los actuales y futuros trabajadores, influyendo así en uno de los tres factores complementarios. Su participación en este proceso de transformación de las empresas se limita entonces a este factor, ya que los otros dos factores, la provisión de infraestructura y la formación de mandos gerenciales no se encuentran, en general, dentro de su mandato. 

En lo que refiere al segundo desafío, todas las IFP tienen las herramientas necesarias a la mano. Su transformación digital depende de la inversión en tecnología alineada con la formación de sus cuadros administrativos y docentes. La transformación es un objetivo asequible y necesario que requiere de decisión política para iniciarse. 

Fuente: OECD 2019 

Este punto es de especial relevancia para los sistemas de formación profesional en dos escenarios: 

(i) En la respuesta al mercado laboral: será necesario desarrollar las competencias digitales pero también aquellas competencias que permitan a los trabajadores desenvolverse con éxito en procesos organizativos más innovadores. Aquí es donde aparecen las competencias transversales. 

(ii) Los sistemas de formación profesional que quieran avanzar hacia su propia transformación digital tendrán que invertir en tecnología, pero fundamentalmente repensar sus procesos y dotar a su personal administrativo y docente de las competencias necesarias. 

En esta nota y sus recursos, encontrará los fundamentos que explican que el potencial de la digitalización para mejorar la productividad no depende exclusivamente de la inversión en tecnología, sino de un enfoque simultáneo de tres factores complementarios estrechamente vinculados: la tecnología, los procesos y las competencias. 

Fuentes para esta nota: